martes, enero 03, 2006

Escala de valores

Dos cosas que se han encargado hoy de perseverar con mi poca fe en la sociedad moderna:

- una carta en el diario gratuito Metro donde un señor de Tarragona explicaba que un amigo suyo entró en una fleca. Dentro se encontraban una señora y su niño. El niño quería que la madre le comprase un bollo, pero ella se negaba. Tras infructuosos intentos, el niño le escupió un "¡Qué puta eres!".

- comiendo en un restaurante chino. Delante de mí, una mesa con tres comensales, todos hombres de unos treinta y algunos. El tema de la conversación: las mujeres. Hasta aquí nada que objetar. Uno de ellos empieza a explicar que montaba una fiesta y le pide al segundo que "traiga chicas". El otro empieza a enumerar a las futuras asistentes, lo que suscita un "esa está buena" y epítetos de mismo rigor científico. Al final, el primer interlocutor dice: "Pero, el listón será alto porque tu mujer tiene un buen culo.". Ni corto ni perezoso, el marido de la mujer agraciada con un apacible trasero le responde "¿Qué? ¿Quieres quedar para cenar con ella?". Viendo como se calentaba el ambiente, el tercero en discordia se apuntó un tanto: "¿A qué no hay huevos?". El marido: "Pues yo se lo digo, si quieres, pero seguro que ella te envia a la mierda.", a lo que el tercer componente del banquete dio su sello de aprobación con "Pero bueno...¿esto es una apuesta o habláis por hablar?".

Al principo pensaba que iban de cachondeo, luego que se trataba de una pareja liberal, dado que el marido parecía no molestarse en absoluto. Pero no, la confesión llegó más tarde: "Si me oyera mi mujer....me mataría".

Antes de que penséis que soy un aprendiz de espía, a veces es imposible no oír ciertas memeces, sobre todo cuando los que las profieren hablan para que todo el recinto les oiga.