sábado, octubre 30, 2004

Omnia mors aequat

(La muerte lo iguala todo)

Con este proverbio latín quiero comenzar este mini-ensayo sobre la otra cara de la medalla de la vida: la muerte. En nuestra sociedad postmoderna la muerte brilla por su inexistencia visible. Ya no se ven esquelas, ya no hay pompas fúnebres, la muerte es un tabú. Queremos creer que no existe. Pero a todos nos espera, y autoengañarse no es la mejor manera de afrontarla.

En otros tiempos, y en otras culturas, la muerte es un acontecimiento tan celebrado como la vida misma. Al fin y al cabo, son dos caras de la misma moneda. Yin y yang.

Felipe IV, el rey poeta, dijo:

Es un bien no estimado, de tal suerte
que todo lo que vale nuestra vida
es porque tiene necesaria muerte

¿De qué otra manera podríamos apreciar las cosas de este mundo si no tuviéramos una fecha de caducidad? Sé que mucha gente está asustada por la inexorable llegada de la pálida Dama, pero creo que eso es porque no han vivido plenamente y se aferran a la vida como a un clavo ardiendo. La muerte es tan sólo el apagado de la llama de una vida plenamente vivida. Para una vida vacía, es aterrador enfrentarse a que ya no existiremos. Para una vida vivida...es poder contemplar nuestra plenitud y sentirnos realizados antes de apearnos de este viaje temporal.

Justamente porque sabemos que hemos de morir, hemos de vivir la vida. Y en este caso "vivir" significa gozar de la vida día a día. Cada momento es irrepetible. Carpe diem! No hay nada eterno en esta vida. La naturaleza nos dio posada para parar, no para habitarla. (la última cita es de Cicerón)

La Muerte segadora

Acabo este brevísimo alegato a la vida con dos inscripciones lapidarias de Bosnia-Herzegovina, del siglo XII, que ilustran la visión serena ante la propia muerte:

..... y cuando llueve tú no puedes, y yo sí puedo comprender la desilusión de la nube cuando se vuelve agua.
Año del Señor 1174 si no me he equivocado en mi contar


Aquí yace honrado conde Rastudije Prvonjeg en su tierra noble. En mi tiempo fui héroe, querido por los compañeros y por el señor nuestro Kulin.
Entonces cuando pude no quise, ahora que quiero no puedo extender mis alas. Así fue mi destino. No desesperé entonces, no lo haré ahora.
Pero veo que todos los que vuelan caen y que nadie se queda en el cielo volando valiente para siempre yo tampoco estaré bajo esta piedra para siempre con mi miedo.
Acercados y lamentadme, pero no me pongáis los pies encima porque seréis lo que soy y yo no seré lo que sois.
Año 1203 día de Nuestra Señora.

1 Comments:

A las 2/11/04 14:01, Anonymous Anónimo dijo...

El pas de viure d´un medi rural i en comunitats petites (on la gent sempre tenia contacte amb algú que s´havia mort) a un medi essencialment urbà ha propiciat que en aquesta societat la mort sembli un tabú... conec molta gent que li fa por parlar dela mort... però per què? Jo sóc la primera en posar-me trista quan hi penso, però llavors miro l´altre cara de la moneda (és la vella dualitat vida-mort) i me n´alegro de ser viva i de ser-ne conscient, de què ho sóc ;-)

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